Álvaro Bisama - Mega
16 / 10 / 2025
“El libro empecé a pensarlo mientras escribía dos perfiles biográficos de escritores chilenos, Pablo de Rokha y luego Carlos Droguet, que son escritores muy radicales, muy vanguardistas, muy relacionadas con la realidad y la política y con el lenguaje. (…) Y cuando estaba escribiendo esos libros, empezaron a aparecer todas estas imágenes y todas estas historias de Oráculo, muy separadas, muy sueltas, y me di cuenta de que todas eran historias fantásticas, en el sentido de lo fantástico como una suerte de límite que supera la ciencia ficción, o el terror, o lo real, pensando también que la vida chilena, la vida latinoamericana, también es una vida muy especial: la realidad siempre está a punto de desbordarse, a punto de cambiar. Y de pronto me di cuenta que era un mundo y estaban todos unidos”.
“A mí me gusta mucho justamente cruzar géneros, pensar en la novela, más que en un género particular, en una que practica lo fantástico como una forma de realismo, de entender lo real, de entender el presente. No fue en modo alguno la intención del libro, pero de ahí me di cuenta que mientras más alocado se volvía, más cercano también era respecto al mundo que estaba tratando de descifrar, tratando de entender, pensando en un mundo como el actual, absolutamente raro, que cambia de un día para otro, que es imposible y, a la vez, se vuelve muy cotidiano”.
“Creo que la literatura y la ficción en realidad es un espacio de libertad. La novela es un espacio de libertad. Yo no sé muy bien lo que es una novela, por eso la escribo. Y lo que me pasaba cuando estaba escribiendo “Oráculo” era perseguir voces, perseguir visiones, tratar de llegar a esos lugares, algunas imágenes que me parecían interesantes de trabajar y sin preguntarme qué sentido tenían, justamente, porque el acto de narrar era una manera de perseguirla, una manera de entenderla, de habitarla también”.

