Alejandro Morales, egresado del Diplomado de Escritura Creativa UDP: “Cada uno de los profesores y los autores que nos iban presentando me daban pistas del camino a seguir”
"(Fue un desafío) Aceptar las correcciones de mi trabajo como algo que me ayudara a mejorar, aunque doliera el ego, dar una crítica objetiva del trabajo de otros, superando el pudor, tampoco fue fácil porque no lo había hecho antes", señala..
26 / 09 / 2025
El escritor chileno Alejandro Morales, egresado del Diplomado de Escritura Creativa de la Universidad Diego Portales, publicó, a través de la Editorial Tintapujo, el libro ‘Los niños de nadie’.
- ¿Cómo fue tu paso por el Diplomado? ¿Te ayudó a trabajar en algún proyecto?
Siempre he sentido que fue providencial toparme con el Diplomado de Escritura Creativa UDP ya que me enteré por redes sociales sin buscarlo, pero tenía hace tiempo las ansias de una formación más allá de un taller literario. Venía desde hace rato escribiendo algunos cuentos en donde los personajes eran niños en distintas situaciones vulnerables, motivado por historias reales que conocía de cerca y algunas que me llegaban por sí solas. Eso fue tomando forma y vida propia a medida que iba aprendiendo más con cada uno de los profesores y los autores que nos iban presentando (“amigos literarios”, como nos indicó Fuguet en su charla), que me daban pistas del camino a seguir. Ya en los talleres finales, vino la sugerencia de hacer una versión ilustrada si es que los llegaba a publicar; sentí eso como una confirmación para optar por la Editorial Tintapujo (editorial independiente en Concepción que trabaja en proyectos de co-edición con los autores), ya que meses antes conocí sus libros en internet y luego en físico durante una feria en el GAM.
Todo lo aprendido en la UDP me dio la confianza para que ese tímido proyecto presentado para postular se convirtiera en ‘Los niños de nadie’, una antología de 18 cuentos que habla de la infancia huérfana, marginada y abandonada, tocando temas como el bullying, la depresión, el abuso, la guerra, la muerte y la resiliencia. Estos cuentos hacen, humildemente también, homenaje a autores como Ana María Matute y José Saramago. El libro se imprimió en julio de este año y estamos a la espera de que la biblioteca Nicomedes Guzmán nos confirme la fecha para el lanzamiento oficial.
- ¿Qué aspectos del programa cursado consideras más valioso?
Comencé a crear historias, para entretenerme, desde muy niño, pero curiosamente no las escribía. Cuando ya lo hice, me dediqué más a la poesía porque también me resultaba más cómodo refugiarme en ese “decir sin decir” para no sentirme tan vulnerable. Por eso, el acompañamiento de Kurt Folch es algo que guardo con profundo agradecimiento, sin desmerecer a los otros docentes. Tenía muchas dudas al final para saber en qué taller quedarme y él tuvo la amabilidad de echarle un vistazo a mis poemas, los cuales yo no consideraba suficientes. Para mi sorpresa me dijo todo lo contrario y me asombró la deferencia que tuvo conmigo. Entonces, y como desafío, elegí el taller de narrativa para ponerme a prueba sabiendo que quizá era más débil ahí, arriesgándome a la corrección que a veces no se recibe con mucho agrado pero que es necesaria.
Conocer muchos autores de los que no había oído hablar también fue maravilloso. Aunque eso llenara más mi biblioteca y vaciara mis bolsillos.
- ¿Qué desafíos enfrentaste al transitar este tipo de programa?
Al principio -y quizá es algo que les pasa a todos- fue organizar mejor mi tiempo para cumplir con hacerme un hábito de lectura y escritura, lo que fue muy provechoso porque seguí puliendo el proyecto presentado en la postulación y salieron más cosas fuera de las tareas que nos dejaba cada docente. Aceptar las correcciones de mi trabajo como algo que me ayudara a mejorar, aunque doliera el ego, dar una crítica objetiva del trabajo de otros, superando el pudor, tampoco fue fácil porque no lo había hecho antes.
- ¿Qué consejos le darías a quienes se interesen por cursar este programa en la UDP?
Primero, sería que lleguen dispuestos a aprender por mucho que ya sepan del tema, que tengan la apertura para escuchar y la caridad para criticar -cuando sea el caso- de forma honesta y amable. Luego, que gocen con cada pequeño o gran descubrimiento en los conocimientos que entregan los docentes; que dejen fuera todas sus ideas preconcebidas para asimilar mejor todo el aprendizaje que se les ofrece y que en el caso de la escritura, escriban y vuelvan a escribir porque solamente así se va mejorando en este oficio. Y esa es la invitación que hace el diplomado de la manera en que está estructurado.